domingo, 31 de marzo de 2013

Confianza

La confianza, es tan efímera, es una linea fina que separa un comportamiento que puede ser malinterpretado.

Tras cuatro años la confianza entre nosotros está demasiado afianzada, nos entendemos con una mirada, grado medusa o cariñosa, nos entendemos con una sonrisa y un simple gesto como despeinarte sabes que significa.

A veces esa línea es tan fina que hasta el funambulista más experto puede caer al vacío. Así fue, caímos. Los dos.

Me cogiste de la mano, eso estaba prohibido dentro de nuestros límites, fue el primer paso en falso. Cuando nos dimos cuenta estábamos hablando de lo mismo, otra vez. Futuro. Me vi obligada a callarte con un beso, te miré a los ojos y te dije que esto no tenía futuro, que era mejor dejarse llevar. Me miraste a los ojos y me abrazaste. Segundo paso en falso sólo que fuimos capaces de mantener el equilibrio. Por poco nos precipitamos al vacío. Ladeaste la cabeza, sonreíste y me dijiste que no sabrías que harías sin mi. Vacío.

Silencio. ¿incomodo quizás?

De repente los dos queríamos hablar a la vez, atropellándonos  riéndonos y entre movimientos torpes decidimos dejar las cosas así. A veces hacerse el loco es la mejor opción.

Porque lo mejor de la confianza es eso, comerte a besos sin compromiso, decirte que te quiero sin que implique amor, tirarnos en el sofá cada uno con su trozo de manta sin más, dejar pasar el tiempo y estar a tu lado cada día viéndote crecer y sonreír.

Aunque a veces es mejor poner limites antes de que uno de los dos se enamore, que hemos pasado por eso y no es buena opción para ninguno de los dos.


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