La culpa es de Adele, siempre, llega con ese "Hello" que te revuelve el alma justo en la fecha en la que "nos conocimos" y te pasas 4 minutos y 56 segundos rumiando el "hello from the other side" de marras.
En nuestra historia no sonaba Adele, sonaba Birdy, a la cual NO puedo escuchar sin llorar como una magdalena. Me has hecho odiar canciones, sitios, ¿Sabes que no voy al obradoiro?, no sin ti, incluso situaciones...
¿Sabes? Siempre pensé que eras demasiado bueno para mi, que idiota era y soy, porque a veces aún me recuerdo que si no funcionó fue porque he sido demasiado clara contigo. Aunque siempre es mi culpa. Siempre.
A veces miro el móvil y digo, ¿y si llama y me pide perdón? ¿Y si me manda un whatsapp?
Te busco en el facebook, te veo sonreír, siempre de medio lado, con esa sonrisa medio triste y canalla que tenías, digo, joder, lo que daría por tomarnos un café y que me cuentes como te va todo.
Preguntarte si has conocido a alguien a quien manejar a tu antojo, a quien hacer reír, con quien compartir manta y palomitas de mantequilla mientras veis un clásico, alguien a quien regalarle paraguas rojos, alguien a quien joderle la vida desapareciendo de un día para otro tras haberle dado todo...

Si te tuviera delante otra vez durante 5 minutos no te reprocharía que te fueras sin despedirte, no te pediría explicaciones, no, te abrazaría muy fuerte. Así de idiota soy, perdono, aunque no olvido.
He decidido que este diciembre es el último que te echaré de menos. Es mi único propósito para el 2016, hacer que el próximo diciembre no recuerde ni tu nombre. Y lo conseguiré.